De Litorales y Mares “Siempre hay que estar en guardia contra las personas escondidas en los alrededores de la costa”, advirtió alguien a un turista canadiense, seguramente con la mejor de las intenciones. La ausencia humana en las orillas marítimas de la Isla es una especie de doctrina que algunos sustentan y en el fondo conviene a furtivos de diversa laya, pero distanciar al habitante del archipiélago del paisaje que mejor lo define es oscuro servicio al sentido de pertenencia. Por suerte, entre los cubanos no ha faltado quien acentúe esta empatía entre el medio físico y el humano. El “Sábado del Libro” del 2 de junio de 2012 en la Plaza de Armas de La Habana trajo el volumen Litorales y Mares, obra de perfecta síntesis en su tema, que lectores atentos –no necesariamente especialistas- hallarán asequible. Quienes, como cualquier amante de la pesca, frecuentan las orillas y eventualmente o con preferencia se desplaza por el territorio de la plataforma marítima nacional, acumulan importantes nociones en esos escenarios, hallan un gusto casi místico en las remembranzas, y serán sin dudas quienes mejor encuentren un complemento de saber integrador en el contenido de este libro del geógrafo Antonio Núñez Jiménez (1923-1998). Con 255 páginas, forma parte este libro de la colección “Cuba: La naturaleza y el hombre”, proyecto de 50 tomos gestado por Núñez Jiménez y alentado por la Fundación de la Naturaleza y el Hombre que el destacado científico fundó y presidió hasta su muerte. No por ya conocida *, la descripción de los tramos costeros de la Isla de Cuba que hallamos en la primera parte de la obra deja de tener el mayor interés para el aficionado y para todo aquel que, sintiéndose parte de la nación, aspire a conocer el país que la sustenta. La diferencia entre un sector litoral como el de Punta Gobernadora a la Península de Hicacos, donde a pie firme se puede recorrer la orilla y pescar al lanzado, y otro como el de Cabo Cruz a Punta María Aguilar, festonado de manglares y con poco accesibles orillas de fondo cenagoso, donde se podría hallar el sábalo y el robalo a gusto desde una embarcación, parece noción vital para este entretenimiento. El tomo, publicado por la Editorial de Ciencias Sociales de conjunto con la Fundación, está conformado en tres partes: la primera dedicada a las costas; la segunda, a la plataforma y los mares, la tercera a las fluctuaciones del nivel del mar y sus consecuencias. Aparte de lo dicho, en el tema costero hay mucho de aprovechable en relación con las bahías cubanas y aun más en su capítulo final, “Formas acumulativas de las costas”, que nos va a introducir en el conocimiento de arrecifes, deltas y playas de arena, con precisiones que sabiamente podremos relacionar en nuestras vivencias con los peces que en ellas vamos capturando. El octavo capítulo, en la parte segunda, nos lleva a definiciones seguras acerca de las llevadas y traídas corrientes marinas, en tanto la tercera parte, sobre todo el capítulo final, se relacionan con las preocupaciones cada vez más vigentes sobre el denominado cambio global, el ascenso del nivel del mar y sus efectos sobre territorios como el de nuestro país. “Los pescadores deportivos son calificados observadores del límite entre las aguas y la tierra”, dijimos a una de las personas involucradas en la presentación de este libro, como notificación de un hecho natural, pero apenas asumido fuera del gremio. Interrogado por este blog respecto a lo nuevo que en su criterio aporta Litorales y Mares a los lectores, el Dr. Ángel Graña González, vicepresidente de la Fundación de la Naturaleza y el Hombre, señaló que la obra “es fundamental, porque así vamos a conocer completamente a Cuba, incluso lo que está bajo el agua”, en tanto puntualizó que el tema había formado parte de otras obras, pero ahora cuenta por primera vez con un volumen aparte. La editora del libro, licenciada Rosario Esteva, quien se ha ocupado de las obras de Antonio Núñez Jiménez durante los últimos treinta años, señala que en este tomo el destacado investigador aborda todo, no solo los accidentes costeros, sino aspectos mucho más vigentes en la actualidad, como los relacionados con el cambio climático, de los cuales se ocupó en 1992 cuando Cuba participó en la Cumbre de Río, a veinte años de la cual se pasará revista a aquellas valoraciones. Aparte de Litorales y Mares, los aficionados a la pesca podrían hallar conocimientos para ampliar su cultura en temas afines a su vocación en otras obras de la serie “Cuba: La naturaleza y el hombre”, como el primero de los volúmenes, El archipiélago cubano, y los titulados Las aguas (13º), La cuenca del Toa (17º), Bojeo de Cuba (38º) y La península de Guanahacabibes (41º). *Fue publicada antes en el libro Geografía del campismo (Gente Nueva, La Habana, 1991).

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